EL CABALLERO CARMELO (CUENTOS) – ABRAHAM
VALDELOMAR
El eternamente recordado Abraham Valdelomar Pinto (1888-1919), es, qué duda cabe, la máxima expresión de uno de los momentos literarios más ricos del Perú. Genial como pocos, cultivó casi todos los géneros literarios, destacando –hecho insólito– en todos ellos. Su obra no ha perdido valía pese a que en este año -2013- se celebra los 94 años de su muerte, tan llorada aún por sus seguidores, los amantes de la buena literatura. Más aún, ha venido cobrando cada vez una honda repercusión universal. De este genial escritor hemos escogido tres cuentos para leer en clase: “El vuelo de los cóndores”, “Hebaristo, el sauce que murió de amor” y “Los ojos de Judas”.
En vida Valdelomar publicó solo un libro de cuentos: “El Caballero Carmelo” (Lima, 1918), que reúne 16 relatos; se trata de una especie de miscelánea cuentística, que abarca desde el costumbrismo hasta lo fantástico y donde destacan los llamados “cuentos criollos”, el primero de los cuales da el título a la obra y que es con toda seguridad uno de los cuentos más perfectos de toda la literatura peruana. Con un lenguaje sencillo, libre del artificio y cultismo extremo de la prosa modernista, nos remiten a la infancia del autor transcurrida en la aldea de San Andrés (cerca del puerto de Pisco) y nos muestra a un niño descubriendo entre asombrado y asustado los misterios de la vida y la muerte, del amor y la venganza, la realidad y la fantasía. Fue en su momento la propuesta de una narrativa localista, provinciana, autóctona, en una literatura peruana que hasta entonces había sido muy elitista y limeña; además, detalle importante que resaltar, aparece por primera vez el niño como protagonista de una narración peruana, que había sido hasta entonces muy adulta, así como la evocación de la vida del hogar, llena de un encanto y ternura como solo la fina sensibilidad de un escritor como Valdelomar lo podía hacer. Con esta obra la literatura peruana ingresa de hecho a la modernidad.
Valdelomar no pudo concluir sus grandes proyectos narrativos pues le sorprendió la muerte a temprana edad. Después de su fallecimiento se publicó otro libro de relatos que dejó listo para la prensa: “Los hijos del sol” (Lima, 1921), colección de “cuentos incaicos”, donde, bajo una dirección modernista de cepa romántica, reconstruye con un lenguaje lujoso y melódico, la idealización de un pasado incaico.